Capítulo 57: Odio
La cortina de la noche descendió.
Los plácidos cuarteles, donde los soldados y mercaderes que habían acabado su trabajo descansaban, estaba animado y muy iluminado con fuegos deslumbrantes.
De todas formas, excepto por ese lugar, todo estaba en silencio. El resto de lugares se preparaban para la hora de dormir. El agua de la fuente de la plaza estaba alejada dos o tres calles de los cuarteles. Por eso, a diferencia que durante el día, no había nadie, hasta el punto de sentirse escalofriante. Todo lo que había era la luna que había comenzado a reflejar luz azul sobre la fuente.
—Llega tarde…
Sola en ese lugar, Riku murmuró.
Sentada en el borde de la fuente, aburrida, balanceó sus piernas. Todas las preparaciones habían sido completadas. Todo lo que quedaba es que apareciera.
—Está bien; puedo hacerlo.
Riku murmuró para sí misma.
Ella podría completar este plan perfectamente, no importa qué tipo de situación ocurra, sería capaz de superarlo todo, podría superar cualquier obstáculo si se trataba de fuerza. Para poder hacerlo, primero era necesario que se preparará mentalmente. Dando un profundo suspiro, escuchó el sonido del agua cayendo. Con el sonido del agua y la tenue luz de la luna, sintió que muchos pensamientos innecesarios llenaron su mente.
—¡Lo siento, te he hecho esperar!
Fue en ese momento.
Rompiendo la calma, una voz resonó por la plaza.
Mirando en dirección a esa voz, era posible ver a Rook alzando su mano. Con una sonrisa despreocupada, mientras señalaba a Riku con su mano derecha, estaba agarrando la mano de otra chica con su mano izquierda. Sin necesidad de pensarlo demasiado, la chica tras él debía ser Catherinne. Riku se puso la máscara de la chica de campo que había venido a trabajar a la ciudad. Saltando del borde de la fuente, Riku se arrodilló torpemente.
—Ro-Rook-san, quizá, puede… ¿Puede que esa persona tras de ti sea…?
Usando un tono de voz tartamudeante y tímido, alzó el rostro con algo de duda en él. Con eso, Rook felizmente giró su cabeza hacia la chica. La chica empujada por Rook miró a Riku con una sonrisa noble.
—Encantada de conocerte, Anna-san. Soy Catherinne Shiidoru.
Catherinne extendió su perfecta mano que nunca había conocido el trabajo duro de las de Riku.
Catherinne era más bella de lo que Riku había escuchado.
Incluso en medio de la oscuridad de la noche, su belleza no quedaba en la penumbra. Parecía incluso más hermosa. Su dorado brillo hacía pensar que se lo había robado al mismísimo sol, que ya se había ocultado.
—E-encantada de conocerte, hime-sama.
Riku dudó si tomar la mano de la princesa, pero entonces, notando algo, rápidamente se echó atrás. Catherinne miró extrañada a Riku, que actuaba sospechosamente.
—¿Pasa algo?
—N-nada. Es solo que para alguien tan sucio como yo… tocar las impolutas manos de una princesa.
Aún actuando, Riku decidió bajar su rostro con una cara de miedo y respeto algo linda. Sin preocuparse por ensuciar el borde de su ropa adornada con un lazo, Catherinne se agachó, y mirando a los ojos de Riku, lanzó una sonrisa.
—Ambas, tu y yo, tenemos sangre humana corriendo por nuestras venas. No hay nada por lo que preocuparse.
Catherinne agarró las manos de Riku. Su palma era suave como el algodón. Probablemente, eso es lo que normalmente sería llamado “mano de una chica”. Aunque Riku era una chica también, sus manos, que habían blandido una alabarda o una espada eran completamente diferentes.
—Mu-muchísimas gracias, realmente… Hay algo que me gustaría darle a la princesa…
Tímidamente moviendo su mano para alejarla de la de Catherinne, puso su mano en una bolsa.
Ocurrió en el instante en que Catherinne y Rook se inclinaron hacia delante, preguntándose qué clase de cosa le iba a dar. Desde la sombra de la fuente, un chico con orejas de conejo se acercó corriendo.
—¡Princesa Catherinne! ¡Prepárate!
Alzando su voz todo lo que pudo, Roppu alzó su cuchillo, amenazando a Catherinne.
Debido al ataque repentino, Catherinne no pudo defenderse. Pero, el cuchillo no alcanzó su cuerpo.
—¡¿Qué estás haciendo?!
Saltando entre Catherinne y Roppu, Rook blandió su espada. Con un sonido metálico, el cuchillo de Roppu fue repelido. Tras danzar en el aire, el cuchillo cayó al suelo. Rook acercó su distancia a la del asesino, estaba a punto de atrapar a Roppu. Pero, dando un salto atrás Roppu lo evadió fácilmente.
—¡Tch, ¡Fallé!
Con un grito frustrado,Roppu corrió hacia un callejón. Rook que dejó a Roppu alejarse, chasqueó su lengua en voz baja.
—Mierda, ¡Dejé que se escapara! Princesa Catherinne, Anna, esperad aquí. ¡Regresaré pronto!
Mientras gritaba eso, corrió tras Roppu. Sin sospechar nada, se fue hacia la oscuridad del callejón donde corrió Roppu.
En la plaza de la fuente, solo quedaban Riku y Catherinne.
—Como era de esperar de Rook-sama… Protegerme de ese demonio, es demasiado cool.
Catherinne miró a Rook, que se desvaneció en el callejón con una cara de enamorada. Parece que estaba viendo a Rook como el príncipe que la había salvado del peligro. Pero si él realmente hubiera querido salvarla, no debería haber corrido tras Roppu sin haber llevado a Catherinne a un lugar seguro.
Originalmente, Riku pensó que Rook probablemente dejaría a Catherinne atrás para perseguir al enemigo, por eso todo salió tal y como estaba planeado. Correr tras Roppu… Riku solo podía decir “Gracias por seguir el plan”.
—Bueno entonces, te enseñaré lo que quería darte.
Tras levantarse lentamente, Catherinne le mostró una sonrisa.
Pareció que Catherinne se había olvidado de la existencia de Riku hasta que le habló. Mientras se sentaba, miró a Riku.
—Ah, es cierto, ¿qué será?
—Antes de esto, lo primero es…
Mientras sonreía, Riku alzó su pié sobre la cabeza de Catherinne, entonces, sin contemplaciones, lanzó su pie sobre ese rostro alabado por ser el mejor trabajo de Dios. Catherinne se debió haber sentido confundida con lo que ocurría. Mientras ponía sus finos dedos sobre su nariz rota, gemía.
—Deberíamos irnos a otro lugar, ¿princesa-sama?
Mientras era arrastrada por su cabello, Catherinne, que estaba desmayándose en agonía, quedó silenciada por un trozo de ropa puesto en su boca por Riku, debido a cómo recibió forzosamente eso en su boca, le dieron arcadas de fatiga, también debido a el golpe, parecía que varios de sus dientes se habían roto. Pero para variar, a Riku le daba igual.
Además, Riku lo hizo bien para que Catherinne no pudiera escupir la tela. Sólo quedaba atar los brazos y piernas de Catherinne para que no se moviera, y estaría todo hecho. Ahora no puede moverse o gritar por ayuda.
—Está hecho. Salid todos.
Chasqueando sus dedos, Riku dio la señal.
Con ese sonido llenando la plaza, los demonios que se estaban escondiendo en la sombra de los bancos y calles cercanas se mostraron. Tras inclinar levemente su cabeza hacia Riku, los demonios con mejor físico tomarían a Catherinne. Para resistirse, Catherinne intentaba mover desesperadamente sus brazos y piernas, pero era inútil. Con los demonios sin tomar en consideración sus actos, la metieron en una caja preparada especialmente para ella.
—Teniente Coronel, podemos partir en cualquier momento.
—Buen trabajo.
Recibiendo el reporte del demonio, Riku asintió.
Si hubiera sido por Riku hubiera dejado al resto de los demonios lidiar con Catherinne. Y entonces, habría ido tras Rook para cortar en pedacitos esa amable mirada.
Pero, sería un problema si obstaculizaba el plan por hacer algo innecesario. Y es más, sería irrespetuoso para Roppu que estaba arriesgando su vida. Ahora mismo, necesitaba alejar sus sentimientos y pensar en su misión.
—Ahora, escapemos, rápido.
Ocurrió en el momento en que Riku y los demonios comenzaron a correr.
Desde una callejón oscuro, se escuchaba un sonido de aplausos.
Riku y sus subordinados se prepararon para lo que fuera que se estuviera acercando.
—Eso fue realmente bueno, tanto que seguimos observando incluso tras la trampa.
La figura de un hombre se mostró lentamente desde la oscuridad.
El hombre de pelo plateado mostraba una sonrisa calmada. Tras él, había decenas de soldados y espiritistas.
Pero, en contraste a su sonrisa que parecía mostrar amor a todo en el mundo, sus ojos miraban a Riku con irritación.
—N-no puede ser…
Su voz, su rostro, su figura. Todo ello estimuló las memorias de Riku.
Ese era el hombre que tocaba su pelo sin vacilaciones; el mismo pelo que todos despreciaban y del que escapaban. Era el hombre que había consolado a Riku cuando su madre murió más que cualquier otra persona. Su entrenamiento era estricto, pero siempre le daba lo que ella quisiera.
Era el hombre que solía amar, el que había pisoteado sus sentimientos. El hombre cuyo nombre haría su cuerpo retorcerse de odio; el hombre al que quería partir hasta el último hueso, robarle la felicidad que tuviera y darle una probada a la desesperación del mundo.
—Ha sido un largo tiempo, Riku.
El hombre habló en un tono gentil, como cuando era niña.
Como si nada hubiera sucedido nunca, dijo su nombre sin vacilaciones. Riku no pudo aguantarse más. En el instante en que dejó de resistirlo, una vastísima ola de intención asesina se extendió desde ella.
Mientras alzaba su espada, Riku miró con todas sus fuerzas al despreciable sujeto.
—Raimon Barusak.
¿Durante cuánto tiempo ha estado Riku esperando este momento? La intención asesina que estaba empeorando no sólo hizo temblar a los subordinados de Raimon, incluso los de Riku tenían miedo.
Pero, Raimon Barusak, el origen de sus ganas de matar, no reaccionó a nada.
Mientras mostraba una gentil expresión, habló como si nada hubiera pasado.
—Estoy feliz de poder verte de nuevo. Tan feliz que quiero aplastarte entre mis dedos.
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