jueves, marzo 23, 2017

I Shall Seal the Heavens - Volumen 1 - Capitulo 58

ISSTH.

Volumen 1: Patriarca Confianza.

Capítulo 58: Este No Es Su Mundo.



Pasaron dos meses. Meng Hao seguía sentado con las piernas cruzadas en la Cueva Inmortal en las profundidades de las montañas. De pronto, sonó un ruido atronador, que dispersó a todos los animales cercanos. La enorme losa de piedra que había cortado para sellar la cueva de pronto se rompió en pedazos.

Fragmentos de piedra salieron disparados en todas direcciones conforme Meng Hao salía de la cueva Inmortal. Su pelo colgaba como una capa sobre su túnica de escolar. Sus ojos brillaban como rayos, mientras un sorprendente Qi emanaba de él, así como un agradable y fragante aroma.

Su rostro lucía lleno de júbilo. Después de haber estado aislado meditando por tanto tiempo, dejó salir una carcajada que resonó e hizo que las bestias salvajes corrieran.

“Octavo nivel de Condensación Qi!” dijo, con sus puños apretados. Sus ojos brillaban, lo que sería mucho más obvio si fuera de noche.

Los dos meses de meditación habían empezado con un sentimiento de nerviosismos e inminente peligro. Esos sentimientos desaparecieron lentamente conforme practicaba Cultivo. Usó unas diez mil Piedras Espirituales para duplicar píldoras medicinales, que había utilizado en su meditación.

No quería estar de Nuevo en una posición de peligro nunca. Necesitaba volverse fuerte, para poder superar a la gente que le amenazaba.

“Necesito volverme poderoso. No hay otra razón. Debo volverme poderoso!”

Se quedó plantado fuera de la Cueva Inmortal, respirando el aire fresco de la montaña, sus ojos llenos de resolución.

Era un simple escolar, un estudiante de Confucianismo, pero estos tres últimos años le habían hecho volverse un poco más enfocado interiormente. Después de todo lo que había experimentado, su personalidad era muy diferente de lo que había sido. Su terquedad era ahora mucho más obvia.

Había sido terco en su rechazo a rendirse después de fallar en los exámenes imperiales. Había sido terco en sus luchas en la Secta Confianza. Había sido terco cuando se plantó ante Wang Tengfei, ahora era terco en sus esperanzas para el futuro.

Volverse poderoso era muy similar a volverse rico. Es un sueño que no requiere una razón. Si se requiriera una razón, quizá sería la del temor a ser pobre o débil. Esto es lo que Meng Hao creía.

La vida es una llama que nunca deja de arder, llena de exhuberancia. En la vida, uno debe de ser fuerte y nunca bajar la cabeza.” Miró hacia el cielo, pensando en la Secta Confianza. Pensó acerca de la arrogante presunción de los expertos del Estado de Zhao. Pensó en la frialdad de las personas que le habían tratado de matar. Pensó en la mirada del Protector del Dao de mediana edad que estaba plantado cerca de Wang Tengfei esa noche.

“Mi madre y mi padre desaparecieron cuando yo era joven. Si no me hubiera visto obligado a mejorar por mí mismo, no habría vivido hasta este día. En cambio, me habría visto resignado a una situación sin esperanza. Si no hubiera intentado crecer fuerte durante mi tiempo en la Secta Confianza. Nunca habría podido volverme un miembro de la Secta Interna. Terca insistencia en la auto-mejora, ese es mi camino hacia el futuro.” Dejó salir un largo suspiro. Entonces, levantó su mano y movió su manga. Un rayo negro apareció solidificándose en una pica negra. Emanaba un brillo negro, salió disparado hacia un peñasco cercano.

Sonó una explosión y el peñasco, que era de unos dieciocho metros de altura, colapsó en trozos entremezclados de un hielo negro. Cayeron al suelo emanando un Frío Qi.

Con una mirada de satisfacción, Meng Hao movió su mano, regresando la picha negra volando hacia él. Movió su mano de nuevo, esta vez apareció un rayo multicolor a su alrededor. Apareció el abanico de dieciséis plumas, volando atrás y adelante siguiendo los movimientos de sus dedos. De pronto hubo una explosión y las plumas se separaron.

Dieciséis rayos de luz circularon a su alrededor. Las dieciséis plumas se habían vuelto como espadas voladoras, rápidas y fieras. Seguían el movimiento de su mano, moviéndose dando vueltas rápidamente a su alrededor, creando un escudo impenetrable, energizado por su poder espiritual.

Entonces, las plumas volvieron a formar un abanico y se pararon en su mano.

“Es mala suerte que no tenga bastantes Piedras Espirituales. El espejo de cobre realmente las engulle. Duplicar una Piedra Espiritual Terrenal requirió cien Piedras Espirituales . No es un mal precio. La Píldora Espiritual Celestial que es útil después de alcanzar el octano nivel de Condensación Qi, requiere quinientas, es un poco caro…” Pensando a cerca de las Piedras Espirituales, frunció el ceño. De las diez mil Piedras Espirituales que tenía, no habían quedado muchas. Durante los dos meses que había pasado avanzando desde el séptimo nivel al octavo nivel, había consumido unas ochenta Píldoras Espirituales Terrenales. Lo que era cerca de dos por día antes de conseguir avanzar al octavo nivel de Condensación Qi.

“En el futuro,” murmuró para sí mismo, “requeriré incluso más poder espiritual para practicar el Cultivo.” Una mirada dentro de su bolsa privada confirmó que sólo tenía cinco Píldoras Espirituales Celestiales. Ya había consumido una, y calculaba que para alcanzar el noveno nivel de Condensación Qi necesitaría unas ciento cincuenta.

“Sé que necesito un montón de poder espiritual. Pero podría ser que mi consumo excesivo de Núcleos Demoníacos haya causado que mi cuerpo empiece a rechazar píldoras medicinales?” Dudó, sin poder confirmar su teoría. Si estaba en lo cierto, entonces podría necesitar incluso más Píldoras de Espíritu Celestiales, o quizá otro tipo de píldoras medicinales.

“Ciento Cincuenta Píldoras de Espíritu Celestiales… eso equivale a setenta mil Piedras Espirituales… Sin ellas, pasará un largo tiempo para poder acumular esa cantidad de energía espiritual. Además, mi talento latente es únicamente ordinario, por lo que podría llevarme aún más tiempo…” Suspiró mientras pensaba sobre el vacío en su bolsa privada.

Tenía tres más de esas Piedras Espirituales extraordinariamente grandes, pero no se atrevía a usarlas. Conforme más avanzado se volvía su Cultivo, más se daba cuenta lo impulsivo que había sido duplicar la espada de madera hace algunos años. Las Piedras Espirituales grandes eran claramente extraordinariamente especiales, de otro modo, no hubiera sido capaz de duplicar los Cristales de Sangre de Jade Vorpal.

“No usaré estas Piedras Espirituales grandes a no ser que sea absolutamente necesario,” dijo decididamente. “Tal vez puedan tener otro uso en el futuro.” El abanico bajo sus pies empezó a brillar intensamente, y su cuerpo se transformó en un rayo de luz que salió disparado hacia la lejanía.

Estaba tranquilo mientras viajaba, circulando su energía espiritual. Después de algún tiempo, el valioso abanico empezó a desvanecerse y a tener una apariencia más ordinaria. Conforme se movía más y más lejos, empezó a sentirse mejor.

“Después de todos estos meses, seguramente los discípulos de la Secta Destino Violeta se han ido.” Era cuidadoso mientras viajaba, algunas veces emergiendo desde las montañas. Miraba hacia la lejanía, si estaba en lo cierto, esta área estaba cerca de la ciudad capital del Estado de Zhao.

Hace algún tiempo, había deseado día y noche poder ir a la ciudad capital. Ese deseo estaba sólo por debajo de su sueño de visitar el Gran Tang en las Tierras del Este. Suspiró emocionalmente conforme pensaba en sus tres años de exámenes, tres años de fracasos. Nunca había alcanzado a llegar a los exámenes finales en la ciudad capital. Otros tres años habían pasado y ahora finalmente había llegado, no como un escolar, sino como un Cultivador.

Conforme se acercaba a la ciudad capital, dejó de volar y empezó a caminar a lo largo del camino público. Se ató el pelo y con eso, junto con su túnica de escolar, le hacía parecer justo como el viejo escolar que solía ser. Aunque entonces había sido algo más bajo, después de años de Cultivo, ahora era más alto y delgado. Su piel era un poco más oscura, aunque vigorosa, emanando un aire fuerte.

Caminó distraídamente. Era marzo ahora, con lo a veces era tiempo de nevadas en el Estado de Zhao. Conforme Meng Hao caminaba, la oscuridad del anochecer empezó a rodearle, los copos de nieve empezaron a caer lentamente.

Pronto, el suelo estaba cubierto de blancura, como una cubierta de plumas.

El viento lanzaba nieve hacia el pelo de Meng Hao, no se fundía, sino que se empezaba a acumular.

Todo estaba tranquilo y quieto. Conforme se acercaba a la ciudad capital, un carruaje se acercó desde detrás de él, corriendo a toda velocidad. Parecía que quien estuviera dentro tuviera miedo de que las puertas de la ciudad se fueran a cerrar pronto.

Pasó al lado de Meng Hao, lanzando nubes de copos de nieve en su camino. Conforme pasaba, el viento voló a través de una grieta de la cortina del carruaje, revelando a un joven escolar leyendo algunos textos.

Meng Hao le miró calmadamente, recordando su apariencia similar hace ya algunos años. En este momento, Meng Hao estaba claramente sobre los veinte años. Aún así, por dentro, se sentía mucho más viejo.

Dejó salir un ligero suspiro. Más adelante, el carruaje paró, levantándose la cortina. El joven escolar le miró, entonces se bajó del carruaje y saludó a Meng Hao juntando las manos.

“Hermano, vas hacia la Ciudad Capital para los exámenes Imperiales?”

“Meng Hao devolvió el saludo rápidamente. “Hace años soñé con hacerlos, pero esos sueños hace tiempo que se desvanecieron, solo quiero ir a darle un vistazo a la Torre de Tang.”

“Eso es una pena, mi Hermano,” dijo, mirando arrepentido. “Tus ropas parecen ser muy refinadas, pensé que quizá fuéramos compañeros candidatos. Estás seguro de que deseas abandonar tus aspiraciones de convertirte en un oficial?” El joven parecía ser de la misma edad que Meng Hao.

Meng Hao sacudió su cabeza silenciosamente.

“Bueno, no importa,” dijo el joven escolar. Miró la apariencia de escolar de Meng Hao y sonrió cálidamente. “Está empezando a nevar más fuerte, y será caca vez más duro viajar por el camino. Si se hace muy tarde no serás capaz de entrar en la ciudad. Hermano, por qué no te unes a mí en el carruaje? Deberíamos de tener bastante tiempo de llegar a la ciudad.”

Meng Hao miró hacia el cielo, después al escolar. Se inclinó respetuosamente y subió al carruaje.

Un fuego crujía en un pequeño horno dentro, dispersando el frío. Esto, junto con el hecho de que un viejo sirviente familiar conducía el carruaje, le dejó claro que el escolar venía de una familia rica.

El viejo conductor llevaba un sombrero ancho de bambú y los nudillos de sus manos eran grandes, parecía como si practicara algo de kung fu.

“Soy Zheng Yong.” Dijo el escolar con una sonrisa, calentando sus manos. “Hermano, no hay necesidad de que seas tímido. Ambo somos escolares y deberíamos de ayudarnos el uno al otro cuando fuera posible.”

“Soy Meng Hao,” dijo con una sonrisa humilde. “Muchas gracias, Hermano Zheng.” Vio el libro que descansaba cerca de Zheng Yong. Era el Libro de Ritos. Parecía ser muy viejo y, evidentemente, no era una copia, sino un texto antiguo original.

“Te apellidas Meng?” dijo Zheng Yong, su expresión se iluminó. El interior del carro era algo estrecho, pero se las arregló para ponerse de pie y dar a Meng Hao un saludo respetuoso. “Es un nombre de familia honorable, entonces eres un descendiente de Qingfu! He sido irrespetuoso, por favor, perdóname, Hermano Meng.”

Meng Hao se plantó y devolvió el saludo. “No hay necesidad de actuar de esta forma, hermano Zheng. Es solo un apellido. Mis ancestros fueron resplandecientes, pero en cuanto a mí, he fallado repetidamente los exámenes imperiales, lo que me ha dejado extremadamente avergonzado.” Los dos se sentaron.

“Hermano Meng, lo que has dicho justo ahora es incorrecto,” dijo Zheng Yong solemnemente. “Tu apellido te traerá suerte. Ha permanecido desde tiempos antiguos hasta llegar a ti. Como descendiente de Qingfu, aunque no hayas pasado los exámenes imperiales, mientras que tengas amabilidad y virtud en tu corazón, puedes aún vivir con los valores de Confucio.”

Meng Hao pensó silenciosamente por un momento, entonces levantó su cabeza y miró al escolar sentado en frente suyo. “Hermano Zheng,” dijo tranquilamente, “cuál es el verdadero significado del Confucionismo?”

“Cortesía, Benevolencia, Lealtad y el Aurea Mediocritasificado.” Respondió sin dudarlo. “Eso es el Confucionismo.”

Meng Hao no respondió. Miró a través de la cortina a los copos de nieve que volaban por el aire. Después de un momento, habló otra vez con una voz serena: “Qué es el significado de la vida?”

“Vida?” dijo Zheng Yong sorprendido. Dudó por un momento sin decir nada.

Se hizo el silencio dentro del carruaje, escuchándose únicamente el sonido de la nieve cayendo, que entraba por la ventana. Meng Hao levantó su mano y la sacó fuera. Copos de nieve se acumularon gradualmente en su mano.

“La nieve aparece sólo durante el invierno,” dijo tranquilamente, “y solo puede existir en el viento frío. De esa forma, su vida sólo existe en las profanidades del invierno.” Metió la mano en el carruaje y la mantuvo cerca del horno de cobre. La nieve empezó a fundirse, convirtiéndose en agua, que fluyó a través de las líneas de su mano.

“La nieve sólo puede vivir en el invierno. Cuando se acerca al fuego, muere. Eso es la vida. Puede desear al verano, pero… sólo puede desearlo. En mi mano, la nieve se vuelve agua, debido a que ese no es su mundo…”. Levantó su mano y tiró el agua por la ventana. Allí, ante la visión del joven escolar, se convirtió de nuevo en nieve.

Zheng Yong se quedó boquiabierto, silencioso, una mirada profunda apareció en sus ojos. Al poco tiempo, el carruaje entró en la ciudad.

“Gracias por permitirme acompañarte, Hermano Zheng,”, dijo Meng Hao serenamente. “debo partir”. Saludó educadamente, salió del carruaje y se dirigió a cruzar la calle nevada.

“Deseando el verano,” Zeng Yong murmuró para sí mismo, “pero sólo capaz de existir en el frío del invierno. Únicamente capaz de observar desde la distancia… eso es la nieve.” Observó a Meng Hao desapareciendo en la distancia. Después de un tiempo, salió del carro se inclinó respetuosamente en la dirección de Meng Hao.

La nieve empezó a cubrirle, pero sabía que tan pronto volviera a entrar en el carruaje, moriría. Nunca olvidaría lo que acababa de ocurrir, lo que acababa de ver y escuchar. Años más tarde, después de convertirse en un famoso Confucionista del Estado de Zhao, recordaría a esa noche ventosa de invierno cuando la nieve se había fundido lentamente en agua. Y recordaría a un escolar llamado Meng Hao.



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