LV999
Villager
Volumen
1 - Capítulo 3 - Parte 5
Cuando vio a Kagami echar a correr,
Takako inmediatamente agarró a Alice y lo siguió por detrás.
“Para él, ¡huir es como admitir lo que
decimos!”
“¡Sólo estoy huyendo porque no me
escucharán! ¡Nos encontraremos de nuevo!”
Kagami empezó a correr hacia la posición
donde Rex se había escondido. Se dirigían al noreste de Balman, hacia el
Castillo del Rey Demonio, que estaba ubicado en Atros, uno de los cuatro
reinos.
“¡Kagami-dono, hay un carro parado
delante de aquí! Ya que nos dirigimos hacia el Castillo del Rey Demonio, me
aseguré de ello antes, porque pensé que sería necesario. Vamos a montarlo.”
Le gritó Menou a Kagami mientras se
abría camino hacia él, luego comenzó a tirar de él.
“Un carro… ¿Cómo lo has conseguido?”
“Lo cogí de uno de los vendedores
ambulantes que se dirigían a Balman.”
“Y yo que estaba tratando de convencer
al Grupo del Héroe de que no eras un chico malo para nada∼. Si confirmo la
seguridad del Rey Demonio, parece que tendré que entregarte…”
“Aunque hubiera robado uno o dos carros,
sigo siendo el tipo que atacó la ciudad. Para mí, lo más importante es
confirmar la seguridad del Rey Demonio. No te preocupes, no quería a deshonrar
a Kagami-dono, por lo que no maté a esos vendedores ambulantes ni les privé de
sus bienes. Sólo tomé su caballo y su carro.”
“Eh, pero gracias a tus acciones, el
Grupo del Héroe encontró este lugar, ¿o no lo hicieron?”
“…………Ahh.”
Kagami era consciente de cómo,
convenientemente, habían sido descubiertos por el Grupo del Héroe. A pesar de
que consideró golpear a Menou por un momento, Kagami resistió el deseo y corrió
hacia el carro.
Hizo una expresión amarga cuando vio el
carro.
Dos caballos estaban en estado de alerta
al lado del carro, el cual fue diseñado para transportar cosas y tenía una
carpa sobre él. Sin embargo, no importa cómo se viera, esas cosas no eran
caballos en absoluto. Sus mitades superiores eran parte humana. Eran Kenta-Uros.
“Deberían estar agradecidos de que les
robaras tal cosa.”
Murmuró Kagami mientras colocaba una
mano sobre la cabeza del Kenta-Uros y gemía quejumbrosamente, como si lo odiara
desde el fondo de su corazón.
“A pesar de que parecían estar bien, ya
que estaban siendo utilizados por propia voluntad, les solté. Por supuesto,
esos caballos me reconocen y me permiten montarlos.”
Mientras daba a entender que quería ser
alabado, Menou fue tirado al fondo del carro. Sin necesidad de que le
recordaran que se encontraban en una situación en la que el Grupo del Héroe
estaba a punto de alcanzarlos por detrás, Kagami también se metió en el carro.
Detrás de ellos estaba Takako, que
parecía feliz cuando los alcanzó, y Alice, que había sido llevada por Takako, y
que parecía estar aburrida hasta la muerte. También se metieron en el carro.
“¡Tiempo de partir! ¡Empezad a correr!
¡Si nos dirigimos recto al oeste del bosque, seguramente vamos a salir de él!”
A pesar de que Kagami se subió al carro
y trató de permanecer inexpresivo mientras decía esto, los dos Kenta-Uros
fijaron desesperadamente sus ojos en él y gritaron:
“Humanos, somos un existencia noble.”
“Ah, sí.”
“Dijimos que solo al Demonio se le
permite viajar con nosotros. Como si les fuéramos a dejar a vosotros chicos,
que sois seres inferiores, ser transportados. Será para siempre una vergüenza.
Perdeos.”
En el momento en que el Kenta-Uros dijo
eso, Takako hizo su aparición desde el interior del carro, llevando un látigo.
Kagami inmediatamente se movió hacia Alice, y con un “¡Los niños no deben ver
esto!”, le cubrió los ojos con las manos.
El carro comenzó a moverse con una
velocidad vertiginosa y un “¡Hohohohoh!” de Takako, junto al grito de
“¡Nnaaaaaaah!” resonando de los Kenta-Uros. Cuando Menou vio esta escena,
reflexionó sobre si era una buena idea que hubiera montado un Hell Crow,
definitivamente los Kenta Uros eran mejores.
En el momento en el que el Grupo del
Héroe llegó allí, el carro tirado por los dos Kenta-Uros ya se había
precipitado en la distancia. Si su nivel era alto, era natural para ellos ser
rápidos al salir corriendo. No había ningún arrepentimiento sobre su fracaso
por no poder alcanzarlos si se percataban de la distancia que los Kenta-Uros
podían alcanzar con su inagotable estamina.
“¡Ell-Ellos escaparon!”
Murmuró Tina mientras se detenía y
jadeaba.
“C-Ciertamente… dijeron que se dirigían
hacia el Castillo del Rey Demonio. Si ese es el caso, seguro que pasarán por
una de las ciudades a lo largo del camino. De cualquier manera, su destino es
el mismo que el nuestro. Probablemente nos encontremos de nuevo en algún
lugar.”
Murmuró Krul, que los había perseguido
de la misma manera, mientras también se detenía y jadeaba. Detrás de ella, Rex
estaba apoyado tranquilamente contra un árbol y Palna estaba de pie junto a él,
mirando fríamente a los transportes que desaparecían en la distancia.
“¿Les tienes resentimiento?”
Rex, que se dio cuenta de a qué estaba
mirando, también observó al carro huyendo y luego le preguntó Palna.
“Eso no te concierne. Es algo que no
está relacionado contigo.”
Respondió Palna sin mirarle a los ojos,
y Rex murmuró “Ya veo” en respuesta.
Esto no quería decir que Rex tuviera
resentimientos personales hacia los Demonios. Era sólo odio hacia los
monstruos. Simplemente no podía reconocer la existencia de quien los
engendraban y que se hacían llamar a sí mismos Demonios.
Su razón era clara y simple. Sus padres
habían sido asesinados por Monstruos.
Él odiaba profundamente a los monstruos y
no podía perdonar a los Demonios por seguir engendrándolos. Rex pensó que su
existencia fue una revelación divina. Una revelación que le permitió nacer con
el Rol de un Héroe. Luego continuó desarrollando sus poderes para cumplir con
esa revelación. A menudo había pensado en un mundo sin Monstruos. Sin embargo,
Kagami había dicho que había también Demonios que tenían la esperanza de
reconciliarse con los Humanos y que no querían engendrar más monstruos.
A pesar de que los demonios eran sin
duda una existencia que estaba destinada a morir de la misma forma que los
Monstruos, sintió que estaba mal matar a los Demonios que querían
reconciliarse. Era inevitable, pero eso no cambiaría el hecho de que sería una
masacre común.
La aniquilación de los Demonios era
absolutamente esencial en orden de exterminar aquellos monstruos odiados. Sin
embargo, los hechos de que “Aparte de que los Demonios ya no engendren
monstruos, nada cambiará para los seres humanos” y “Incluso hasta la fecha
nunca han tratado de atacar y eliminar los humanos” pesaban en los hombros de
Rex.
“Eso…no se puede evitar, eh.”
Rex se enfrentó a la realidad que de
algún modo había evadido, y su disgusto hacia Kagami aumentó aún más. A pesar
de que Kagami no le había dado una revelación, él era fuerte, y esta realidad
siempre los enfrentaría el uno contra el otro.
A pesar de que Kagami nunca había dicho
que él era excelente en comparación con Rex, que era un Héroe, Rex sentía que
Kagami no iba a decirlo nunca.
Más bien, sólo tenía que sentirse
inferior para que fuese más fácil ser atacado, ya sea el Ejército Rey Demonio o
algo malvado. Los monstruos eran odiosos, sin embargo los Demonios tenían… al
Rey Demonio.
“Vamos, Rex. La Princesa-sama está
diciendo que deberíamos ir y preparar un medio de transporte, por lo que vamos
a volver a la ciudad.“
Krul y Tina ya habían vuelto, así que
Palna habló con Rex, que estaba pensando en algo seriamente.
“…No debes preocuparte por ello.”
Palna se dio la vuelta y comenzó a
caminar por delante de él, volviendo a la ciudad.
“No hay necesidad de preocuparse.”
Cuando terminó de hablar, Palna continuó
cavilando sobre su propósito original.
La aniquilación de los Demonios.
Para Palna, cuya persona amada murió a
causa de los Demonios, cosas como Monstruos no marcaban una diferencia para
ella.
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