Capítulo 66: Fisura
Para cuando Riku y Roppu se habían reagrupado con las demás tropas, comenzó a llover.
Las tropas lideradas por Leivein se mantenían en un bosque algo alejado de la Capital Real escondidas.
Incluso aunque los árboles servían de sustitutos para los paraguas, la lluvia todavía robaba el calor del cuerpo. Todo lo que podían hacer era esperar ocultos ahí manteniendo bajas sus capuchas.
—…Tardas demasiado, Capitán.
Con su capucha puesta miró a través de los huecos de los árboles.
Sobre una hora y media había pasado desde que escaparon de la Capital Real. Pero, Leivein todavía no había regresado. Riku forzó sus ojos todo lo que pudo para ver lo más lejos posible.
Minuto a minuto, el tiempo seguía pasando.
Cuanto más tiempo pasaba, Riku era más incapaz de controlarse.
—Roppu, te dejo este lugar. Iré a ver la situación allí.
—¡P-por favor Coronel Riku! ¡No estás descansada todavía!
Pero Roppu agarró el brazo de Riku para detenerla. Los demás subordinados de Riku también se acercaron rápidamente para detenerla. Uno se agarró a su pierna, y otro se puso frente a ella, y otro más intentó detenerla agarrando sus hombros desde atrás.
—¡Eso no es bueno coronel! ¿Ha olvidado la orden de retirada?
—¿Acaso no hemos entregado ya correctamente la Princesa Catherine a ellos? ¡El trabajo del Coronel ya ha acabado!
—¡Así es! ¡Si no descansa morirá por pérdida de sangre, Coronel!
A Riku no le importaba su propia condición. Pero, desde la perspectiva de los demás, el cuerpo de Riku estaba claramente en su límite.
Por supuesto había detenido el sangrado, pero aún así, había perdido una buena cantidad de sangre.
Desde que había dejado la Capital Real, Riku había estado caminando tambaleante y su vista se había hecho borrosa. Entendieron que Riku estaba preocupada por Leivein. Pero ahora que ella había acabado su trabajo, Roppu y los otros demonios creían que descansar su cuerpo, y recuperar las fuerzas debería ser su prioridad.
—Gracias por preocuparos por mí, pero iré.
Pero, Riku rechazó su preocupación. Riku miró al demonio que estaba agarrando sus hombros desde atrás.
—Para comenzar, además de mí… ¿Hay alguien más que tenga probabilidades de éxito contra Raimon Barusak?
—E-eso es… es así, pero…
—Y por eso, me voy.
Para poder avanzar, Riku empujó a los demonios que se interponían.
Mientras lanzaban un pequeño suspiro, los demonios desesperadamente trataron de detener a Riku.
—¡Co-coronel! ¡Detente por favor!
—¡Por favor, se paciente! ¡Solo espera un poco más!
—Retiraos. Es… una orden.
Susurrando en voz baja, Riku se deshizo forzosamente de los demonios.
Un gran número de demonios se postraron en el suelo, y mientras daba una mirada profunda a estos, Riku siguió adelante. Pero, aunque fuera capaz de alejar a sus subordinados, Riku estaba en su límite. Cuando dio un paso, sintió que su fuerza la dejaba, y cuando llevaba tres pasos, su vista comenzó a ponerse borrosa para acabar cayendo sobre sus rodillas.
—…Uuu.
Apoyándose en un árbol, Riku puso su mano izquierda sobre su frente.
No solo su vista se había vuelto borrosa, una especie de polvo plateado había comenzado a flotar alrededor. Comenzó a notar un molesto zumbido en los oídos.
—Pero yo…
—Muy bien, entonces iré a comprobarlo yo.
Con esas palabras, Riku sintió la sangre dejando su rostro.
Agarrando su cabeza, giró su vista a la dirección de la voz. Ahí de pie, había una pequeña sombra vistiendo una capucha.
—Si, parece que has capturado a la Princesa. Lo has hecho bien, Coronel Riku Barusak. En unos días, serás promovida a general.
Mientras decía eso, la pequeña sombra se acercó a ella.
Riku era incapaz de hablar debido a la aparición de una persona que no debería estar ahí. Como si la sombra hubiera malentendido la reacción de Riku, tras pensar un poco, se quitó la capucha sin preocuparse por la lluvia.
—Ha sido un largo tiempo, Coronel Riku Barusak. ¿Me has olvidado? Soy yo, yo.
—…Ha sido un largo tiempo, Charlotte…sama.
Tras haber sido saludada por Riku, Charlotte asintió satisfecha.
—Umun umu, me recordaste, Coronel. Puede que pienses en esto como un honor; yo iré personalmente a comprobar la situación del General Leivein Adlar y sus subordinados.
Charlotte dejó el lugar con gran confianza. En lugar de Riku u otros demonios, Charlotte iría a comprobar la situación de Leivein.
Es por eso que, sin pensar…
—¡Por favor, espere!
Riku habló.
Riku estaba en pánico. Todo en lo que Charlotte acababa envuelta no salía bien. Si Riku dejará a Charlotte sola en la Capital Real, acabaría trayendo problemas junto a ella. Es más, Leivein estaba en la Capital Real. Definitivamente acabaría envuelto en todo.
—¡Es peligroso. Por favor, no debería ir, Charlotte-sama!
Pero, el destino era despiadado. Sin siquiera notar la intención de Riku, Charlotte mostró una sonrisa amable.
—No hay nada por lo que preocuparse. ¿Qué? Estaré de vuelta en un momento.
Diciendo solo eso, y llevando algunos soldados con ella. Charlotte dejó el bosque y se dirigió hacia la Capital Real.
Incluso si llegara a donde estaba Leivein, si es alguien como ella, solamente incrementaría los problemas. Aunque fuera un solo minuto, Riku tenía que detenerla.
Riku trató de apresurarse tras ella, pero acabó tropezando y cayendo al suelo. Aunque hizo un ukemi, siendo incapaz de hacerlo apropiadamente con su único brazo, Riku se estrelló violentamente contra el suelo.
Con las cosas tan mal como habiendo acabado empapada por la lluvia, el dolor intenso, el cansancio acumulado y por si no fuera suficiente, la falta de sangre, la vista de Riku gradualmente comenzó a volverse negra.
—Capitán… Leivein…
Aunque intentó mantenerse de pie, no podía reunir fuerzas.
Aunque intentara extender la mano, no podía levantar el brazo.
No había nada más que se pudiera hacer. Ella no podía más. La fuerza comenzó a dejarla del todo.
Justo antes de que su conciencia fuera llevada por la oscuridad, tuvo la sensación de una gran explosión viniendo de la dirección de la Capital Real.
Han pasado dos semanas desde entonces.
Los logros de Riku por secuestrar a la Princesa Catherine eran conocidos, y había sido decidido que iba a ser ascendida a Mayor General.
Aquellos que tenía influencia en el gobierno eran mayormente demonios de nacimiento noble, y los que podían realizar cambios en la política de la raza demonio eran aquellos superior a los generales.
Pero aun así, considerando el rango de Mayor General en el ejército de los demonios, ya era posible tener una opinión de peso.
En aquel día, Riku había sido invitada al castillo del Rey Demonio para su primera reunión.
Mientras arreglaba el collar de su recién hecho uniforme militar, se dirigió directamente por el corredor, para cualquiera que la viera parecía una persona diligente aunque realmente estaba exaltada.
Mirándola vagamente a su espalda, Vrusto soltó un suspiro cansado.
—…Hey, ojou-chan. Uh ¿…estás bien?
—Estoy bien. No hay nada por lo que preocuparse.
Aunque Vrusto le habló preocupadamente, Riku contestó de forma indiferente.
Riku estaba de ese humor desde que llegó de la Capital Real. Teniendo en consideración como había perdido un brazo y otras cosas también, no sería extraño si se hubiera deprimido y se hubiera encerrado. Pero pese a todo, por fuera, Riku mantuvo una apariencia compuesta.
Por lo que Vrusto había escuchado, el ejército del Rey Demonio tuvo una buena batalla en la Capital Real.
Especialmente Leivein Adlar, quien había luchado en equidad con Raimon.
Pero, la lucha no era más que una distracción para poder secuestrar a la Princesa con éxito.
Entonces, una vez que Riku se retiró, Leivein también se retiraría. El ataque de los espiritistas era fiero, pero aún así, de alguna manera fueron capaces de llegar a los puentes de la Capital. Y finalmente tras pasar por ellos… un incidente ocurrió.
—Mu, llegas tarde. Estaba cansada de esperar.
El Rey Demonio provisional, Charlotte, había ido donde Leivein se encontraba por su propia voluntad.
Debido a la inesperada aparición de Charlotte, Leivein y sus subordinados fueron pillados con la guardia baja. Justo en ese momento, los tiradores espiritistas lanzaron un ataque masivo sobre ellos. Poniendo poder antidemonio en las catapultas, lanzaron rocas contra los demonios.
Charlotte, quien había sido protegida por Leivein fue capaz de abandonar la Capital sin mayor problema. Pero, no fue lo mismo para Leivein. La compensación por protegerla fue grande; sin ningún signo de levantarse, entró en coma. Por lo que dijo el doctor, la probabilidad de que se despertara de nuevo era extremadamente pequeña y la esperanza de que se curara cercana a cero.
Riku adoraba a Leivein.
Tras escuchar algo así, sería imposible que volviera a vivir normalmente. Además, no sería extraño si Riku abandonara su trabajo y se mantuviera en la habitación donde estaba Leivein.
Pero, sin signos de que Riku se preocupara por el estado de Leivein, Riku mostraba entusiasmo por participar en la reunión.
Por lo que Vrusto había visto de cómo Riku actuaba en el campo de batalla o la locura que había presenciado aquella vez en Karkata, se sentía como si Riku fuera otra persona.
—Para mí preocuparme… es obvio que me preocupara por ti. Cuando finalmente pensé que habías regresado chicos, tú habías perdido el brazo derecho, el Oficial de Personal Piguro estaba desaparecido, y el Capitán Leivein…
—Silencio, Teniente Segundo Vrusto.
Por primera vez, el brillo de los ojos de Riku había cambiado.
Su devota y honesta expresión no cambió, pero sus ojos mostraron un brillo que parecía el que mostraba cuando caía en la locura del campo de batalla. Aunque Vrusto estaba aliviado de que Riku no había cambiado, debido a la presión, su piel se erizó.
—Lo siento, no he dicho nada.
Con el brillo de sus ojos, Vrusto fue incapaz de añadir nada.
Con los dos en silencio, se dirigieron directos a la sala de reunión.
Allí, excepto por el Rey Demonio provisional, traer escolta no estaba permitido, y por eso, Riku debía ir sola.
—…Deberías irte ahora. Debes tener cosas que hacer.
—…Entendido, ojou-chan.
—Soy Mayor General ahora, Teniente Tegundo Vrusto.
Reconociendo que Vrusto la había entendido, Riku abrió la puerta de la sala de reuniones.
Observando su pequeña figura desvaneciéndose al otro lado de la puerta, Vrusto fue invadido por una sensación de soledad.
Una vez Riku había llegado a la habitación, ya estaba presente la mayoría de los demonios.
Mientras se sentaban en sus asientos, dieron una larga mirada a la recién llegada. Sin dar importancia a sus miradas, Riku se sentó en su asiento. Los demonios con bigote estaban susurrando algunas cosas. La mayoría eran nobles de prestigiosas familias que no pertenecían al ejército.
Ella había sentido algo de interés en esas conversaciones, pero solo por hoy, se mantendría mirando sin importarle nadie.
—Umu, he llegado tarde.
Cinco minutos habían transcurrido desde que Riku había llegado a la sala de reuniones.
—Antes de comenzar la reunión, introduciré a nuestro nuevo miembro… hey, levantate.
Con Riku levantándose como había sido ordenada, Charlotte asintió satisfecha.
—Es el Mayor General Riku Barusak. Debido a que el General Leivein Adlar ha sido retirado del servicio por sus heridas, ella será temporalmente la Comandante de la Cuarta División del Dragón de la armada del Rey Demonio. Por eso, debido a esta excepción, su autoridad será la misma que la de un General. ¿Alguna objeción?
El lugar se sumió en silencio.
Nadie decía nada. Los demonios que estaban envueltos en máscaras políticas, pero en el momento, incluso el Oficial de Personal Piguro de la División Dragón estaba desaparecido. Considerando los rangos militares, que la Mayor General Riku ocupará el puesto de Leivein era razonable, era difícil objetar nada.
Dando una mirada por la habitación, Charlotte asintió de nuevo mientras decía “umu”
—Parece que no hay objeciones. Entonces, desde ahora, Mayor General Riku Barusak tiene la autoridad de un General… en otras palabras, tiene la autoridad para controlar la División Dragón y la autoridad para hacer documentación… Mayor General Riku Barusak, ¿tienes algo que decir sobre esto?
Mientras, había estado escuchando tranquilamente a Charlotte hablando y miraba a su frente.
Pero, ya que Charlotte se dirigía a ella, tenía que responder.
—No tengo nada que decir.
—Umu, entonces, el tema de hoy…
—Antes de eso, me gustaría proponer un tema. ¿Sería eso aceptable?
Charlotte miró con los ojos entreabiertos por las palabras de Riku.
Pero esa sorpresa solo duró un segundo, en el siguiente momento, con ojos brillantes, miró a Riku.
—Como era de esperar de la persona que escaló a Mayor General con tu edad. Cada vez que te veo eres entusiasta con tu trabajo. Umu, ya que el tema de hoy no es tan importante, debería hablar.
Charlotte se inclinó hacia delante un poco y estaba lista para escuchar a Riku.
Parecía estar interesada en el primer tema que Riku iba a proponer desde que era Mayor General. Los ministros y nobles habían estado mirando a Riku con desprecio desde hace rato y también los demonios que estaban afiliados al ejército prestaban atención a Riku.
Las miradas de todos en la sala estaban sobre Riku.
—Muchas gracias.
Riku giró sus ojos desde la frente de Charlotte hasta sus ojos llenos de curiosidad.
Aunque todos estaban prestando atención a Riku ahora, no había nada por lo que tuviera que preocuparse.
No había motivos para dudar. Ahora mismo, todo lo que necesitaba hacer era actuar acorde a sus creencias.
En una voz clara y alta, Riku habló sobre lo que siempre había estado escondiendo en su corazón.
—Yo… quisiera proponer la dimisión del Rey Demonio provisional.
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