domingo, abril 30, 2017

Katahane no Riku - Volumen 2 - Capitulo 43


Capítulo 43: Las burlas y llantos de las gaviotas


Desde que Charlotte le había dado a Riku el mando imperial, ha pasado una semana.

Junto con dos mil soldados, llegó a la ciudad de Fert.

Desde esa ciudad situada enfrente del mar, Riku y sus subordinados estarían embarcando y dirigiéndose a la isla de Shirr. La brisa del mar llenaba toda la ciudad. Oliendo el olor de la sal en el aire, Riku asoció la ciudad con la ciudad de Perikka, que también era una ciudad portuaria. Sin embargo, había puntos en los que era muy diferente de la ciudad de Perikka. Eso era la escala de los puertos, y también, la magnificencia de la ciudad. Pero había algo más notable que cualquiera de esas cosas.

—Como se esperaba de las líneas de frente. … Hay una sensación de tensión diferente de Perikka.

La ciudad de Fert estaba llena de una tensión que podría herir la piel.

Todos los demonios caminando por las calles tenían un arma a mano y caminaban rígidamente. En lugar de comerciantes, el número de soldados era mucho mayor. Entre los establecimientos alineados uno al lado del otro en la calle principal, los que destacaban no eran los restaurantes ni las tiendas que vendían productos del mar, sino las tiendas que vendían armas toscas y establecimientos con mujeres para curar a los hombres de la fatiga de la guerra.

—No tenemos tiempo para jugar. Hazlo después de que volvamos.

Riku reprendió a Vrusto, que tenía la cara lasciva. A su vista, había una chica invitándolo con la mano mientras mostraba una sonrisa lujuriosa. Al ser señalado por Riku, Vrusto chasqueó lengua con disgusto.

—Estúpida, ya sé que vamos a salir pronto.

—Si lo sabes, entonces mantén tus sentimientos bajo control.

Riku resopló.

Y entonces, mientras mantenía los ojos fijos, continuó caminando. Ella estaba poniendo más o menos fuerza en sus pasos. Riku estaba tratando de mantenerse tranquila. Sin embargo, incluso sin hablar con nadie, su irritación estaba creciendo. Sus sentimientos, de los que no podía quejarse sobre ser enviada contra su voluntad a la isla de Shirr eran cada vez más violentos.

—… Ojou-chan, debes tranquilizarte un poco, ¿sabes?

—¿Calmarme? Estoy calmada. Tranquilo.

Respondiendo a esa pregunta mezclada con un suspiro, Riku respondió como si estuviera reprimiendo algo. Siendo duchado por un enojo que sentía que podía hacer que alzara su alabarda en cualquier momento, Vrusto retrocedió un poco. Sin saber cómo se sentía Vrusto ahora mismo, Riku le soltó sus quejas.

―Realmente, ¿qué está pensando esa chica? Sin investigaciones suficientes… Incluso podría ser una trampa.

―Sí, ojou-chan. Realmente tienes que calmarte.

―Como he dicho antes, ¿estoy lo suficientemente tranquila…?

Riku estaba hablando mientras era llevada por su ira. Sin embargo, notó un grupo de personas, que de repente apareció frente a sus ojos, interrumpiéndola. En línea, hombres que llevaban el uniforme del ejército del Rey Demonio estaban en su camino. Deteniéndose, el demonio que estaba en el centro se acercó a Riku. Era un demonio de mediana edad que tenía cuernos afilados y músculos fuertes que era posible notar incluso a través de su ropa. Estaba emitiendo un aura que sentía como si quisiera aplastarla. Riku echó una mirada al demonio.

―… ¿Tienes algún asunto conmigo?”

―… ¿No eres tú la que ascendió, de la que todos habían estado hablando?

Lleno de desprecio, el fuerte demonio le respondió con una pregunta. Riku entrecerró los ojos ante su manera de hablar, parecía como si estuviera mirando a la gente de forma superior. A menudo era despreciada por los demonios, pero ahora un demonio que se sentía aún más irritante apareció.

Ser menospreciada por esas palabras ya no importaba. Más bien, Riku quería ascender de posición aún más rápido. En comparación con un demonio, ella era una humana, que tenía una vida corta. Antes de que supiera de las predicciones de Shibira, creyó que ella podría solamente luchar en sus mejores condiciones solamente hasta sus años 30. Su tiempo restante era de sólo unos veinte años. Era imposible para ella pasar muchos años elevando su rango como lo era para los demonios. Para que ella pudiera luchar junto con Leivein antes y durante un tiempo más largo, aunque fuera por un poco, necesitaba y ser promovida lo más rápido posible.

Sí, eso estaba bien. Riku no estaba preocupada por eso.

Pero a ella no le gustaba el demonio frente a sus ojos. No le gustaban sus ojos que despreciaban su ser humano. Esto no había cambiado desde el momento en que vivió en la residencia Barusak hasta ese momento… No le gustaban las miradas que la menospreciaban.

―No tengo nada que decir acerca de que me asciendan. Soy la teniente comandante Riku Barusak. Por la orden imperial de Charlotte-sama, desde este puerto, me iré a la isla de Sherr.

Tragando su irritación, fingió estar tranquila.

En el caso de que fuera Vrusto o Asty, ella abiertamente liberaría su ira. Sin embargo, ella no sabía el nombre, ni el rango del demonio que estaba delante de sus ojos. Si iba a estallar con un demonio que no estaba segura de cuál era su identidad, era posible que terminara ensuciando el nombre de Leivein. Sólo Leivein la había aceptado desde el principio sin desdén alguno. Por eso no pudo traicionar sus expectativas. La razón por la que tenía que soportar ahora era también por el bien de Leivein. Mientras se decía eso a sí misma, Riku soportó la mirada de desprecio.

―Ya veo, eras ese humano.

El demonio cruzó silenciosamente sus brazos. Y luego, dándole una mirada como si estuviera mirando algo repugnante, resopló.

―No te creas tanto porque lo has hecho bien en una o dos batallas.

Diciendo sólo eso, junto con los demonios que habían bloqueado su camino, se fue. Pasando junto a ella, no se olvidó de burlarse de ella, diciendo “eres el perro mascota del dragón negro”.

Por un momento, no entendió de quién estaba hablando cuando había dicho “dragón negro”. Pero en el momento en que la imagen de las dos gallardas alas negras de Leivein surgió en su mente, la sangre se le subió a su cabeza. La mano de Riku se movió hacia la espada que tenía en la cintura. Pero ella no sacó la espada de plata. Deteniendo a Riku, Vrusto le agarró la mano. Trató de sacudirlo con fuerza y ​​sacar la espada, pero Vrusto puso su peso corporal para frenar a Riku a toda costa. Mientras la sostenía todavía para evitar que Riku blandiera su espada, inclinó su cuerpo para alcanzar las orejas de Riku.

―Ojou-chan, aguanta. Ese tipo es el teniente general Zerrik, que gobierna esta ciudad.

―¿…Teniente general?

―Así es. Por eso es necesario que te aguantes.

Teniente general era el mismo rango de Leivein. Riku no debe matar a un demonio que tiene más rango que ella, de ninguna manera. No le importaba si ella misma recibía castigo. Sin embargo, la reputación de Leivein definitivamente se verá afectada. Riku apretó los dientes.

Hasta que Zerrik desapareció de la vista de Riku, Vrusto seguía sosteniendo su mano. Y luego, una vez que se fue, le soltó la mano. Para ese momento, la ira de Riku se había calmado más o menos. Mientras se quitaba la mano por la fuerza, habló con un tono indiferente.

―… No hay manera de que lo hubiera intentado matar seriamente.

―Eran serios, ¿sabes? Tus ojos.

―De ninguna manera.

Diciendo sólo eso, una vez más, Riku comenzó a caminar.

Completamente olvidándose de Zerrik, empezó a pensar en su próxima batalla. Sin embargo, realmente no obtuvo nuevas ideas. Parece que su mente estaba todavía hirviendo después de todo. Mostró desprecio no sólo por ella, sino también para su amado Leivein. Algún día, ella definitivamente iba a hacer a Zerrik sufrir por ello. Más bien, la forma en que se sentía ahora la llevaba a estar a punto de castigarlo inmediatamente.

… Pero no tendría sentido hacer eso, y sólo cubriría el honor de Leivein con fango.

Sacudiendo la cabeza, Riku eliminó esos pensamientos ociosos. Y justo en ese momento, desde atrás, la figura de un muchacho con orejas de conejo entró en su campo de visión. De repente, recordó algo que había olvidado preguntarle.

―Por cierto… Sargento Mayor Roppu, ¿fuiste capaz de preparar nuestra nave?

―Sí, sí. Ya lo he preparado todo.

Roppu apresuradamente le entregó unos documentos. Abriendo el documento sin preocuparse, lo miró brevemente. La información sobre el revestimiento y los armamentos de los cuatro barcos que se habían preparado estaban escritos de manera organizada. Comprobando cosas como las posiciones de los cañones, la capacidad de los buques y la velocidad más alta, Riku sintió una sensación de satisfacción y movió lentamente su boca.

―Cincuenta personas deben caber en cada barco… Son buques mercantes, ¿verdad?

―Sí, sí. Hemos comprado los buques mercantes de la ciudad de Perikka. Ya han sido entregados en el puerto de Fert.

―Ya veo. Gracias. Lo has hecho bien.

―¡¡Has hecho bien… Ojou-chan !! ¿Qué estás pensando? ¡Para que los ataquemos con buques mercantes y no con buques de guerra!

Vrusto estaba perdido por las palabras. Como si quisiera que Riku lo reconsiderara, él la agarró por los hombros.

―¡Escucha! El templo ubicado en la isla de Sherr es un lugar donde entrenan a los espiritistas. No hay manera de que un lugar como ese sea fácil de atacar, y definitivamente deben estar preparados para el combate marítimo. ¡No hay manera de que podamos ganar con un barco mercante que no tiene armas pesadas!

―Sí estoy de acuerdo contigo.

Riku tenía una cara completamente tranquila frente a la oposición de Vrusto.

Su irritación de hace unos momentos había disminuido considerablemente. Mientras sentía que estaba volviendo a su yo habitual poco a poco, Riku dijo:

―Creo que probablemente se habrán entrenado para batallas navales lo suficiente para que pudieran enfrentarse a ataques de buques de guerra demoníacos.

―¡Por eso necesitamos el mejor buque de guerra que podamos encontrar!

―Pero la corriente del agua es rápida; no podemos enviar barcos así.

Y además, no sólo Riku, sus subordinados no tenían experiencia en batallas navales. Si uno buscara gente que la tuviera en el ejército del rey demonio, podrían ser encontrados, pero la mayoría todavía estaban acostumbrados a la tierra. Desafortunadamente, Riku no había encontrado demonios experimentados en batallas navales.

Contra un enemigo que había entrenado intensamente para las batallas navales, si ellos, que eran aficionados en las batallas navales, debieran enfrentarse a ellos, sería imposible ganar. Sería demasiado tarde para que comenzaran a aprender sobre las estrategias para batallas navales a estas alturas, y si ella usará números para atacar, la mayoría de los soldados morirían. Para empezar, arriesgar su vida por un objeto de ensueño que ni siquiera se sabe si realmente existe es estúpido. Pero aún así, necesitaba lograr la victoria. Era una situación tan estúpida… Resoplando, Riku habló.

―Debemos darle la vuelta al juego, al que están acostumbrados para ponerlo en nuestro beneficio.

Riku quería terminar esta estúpida misión de una vez por todas.

Las gaviotas que volaban en el cielo alzaban gritos de forma indiferente. Mientras escuchaba esos estúpidos gritos, Riku estaba determinada a ganar.




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