Capítulo 17: El Vals del Traidor y el General
La lucha de Riku contra Toudo fue muy frenética.
Ambas armas cortaban el aire, chocando una contra la otra. Cuando la alabarda de Riku parecía estar a punto de alcanzar a Toudo, su lanza detenía su golpe. Y luego Toudo empujaría su lanza contra ella, y Riku la detendría. Sin que pareciera que la alabarda ni que la lanza se fueran a detener, ambos seguían intercambiando golpes. Desafortunadamente la situación era un poco desfavorable para Riku.
—¿Cuál es el problema, traidora?. Parece que te estás quedando sin aire.
Toudo lo dijo con agresividad para provocar a Riku. Pero ella no podía negar sus palabras. Había tres razones por las que se encontraba en desventaja.
Primero, no había dormido durante los últimos dos días.
Tras ganar el control de la fortaleza, aunque tenía sueño, no había manera de que pudiera haber ido a dormir. Le tomó una noche entregar el regalo, y para cuando llegó a la fortaleza ya era de noche. Durante esto, ella había escalado una montaña y se había deshecho de espiritistas y sin ser capaz de descansar demasiado, ya estaba yendo de nuevo a batalla. Con todo eso, decir que no estaba cansada sería una mentira.
La otra, sería que no podía usar una de sus manos.
Con su mano derecha estaba cargando su botín de guerra. Obviamente, más que con una sola mano, un golpe sosteniendo la alabarda con ambas manos sería mucho más fuerte. Quería dejar su botín en algún lugar, pero estaba en el campo de batalla. No había lugar donde dejarlo. Normalmente, solo la lanzaría a un saco, pero como estaba ocupada, terminó olvidándolo.
Y además, estaba el caballo.
El caballo se lo robo a los espiritistas de alto rango que había eliminado antes en la batalla. Debido a eso seguramente era de una buena raza. Pero aún así, el caballo había recibido heridas fatales. Había recibido la lluvia de flechas que los espiritistas le habían lanzado. Habiendo recibido los impactos en la cabeza y a sus costados, estaba sangrando por muchos lugares. Si acabara colapsando en algún momento, eso no sería inesperado.
—Solo podrás seguir ladrando un poco más.
Ella dijo eso, pero casi como una principiante, estaba siendo considerablemente arrinconada por él.
Cuanto más prolongara esta batalla, más desventajoso sería para ella. Para terminar ya con la lucha, sería mejor lanzar su trofeo de guerra y usar las dos manos para blandir la alabarda. Pero si hacía eso, iría en contra de las órdenes de Gortoberuk.
Si no lo mantenía contento, mancharía la reputación de Leivein, quien le había dado esa recomendación. Esta era una situación que necesitaba evitar.
—Lo mismo te digo.
Toudou lanzó un golpe con su lanza. Mientras paraba un ataque tras otro, desesperadamente ella forzaba a su cerebro a trabajar. Toudo estaba muy calmado, después de todo, en su lanza, no había ningún extraño poder infundido. Un espiritista con renombre como Toudo, definitivamente sería poderoso y sus técnicas estarían muy pulidas. Ya que no había mostrado tanto poder, era obvio que solo estaba jugando con Riku. Cuando Riku chasqueó su lengua, lanzó un golpe con su alabarda, pero su golpe fue detenido por Toudo.
—Tu brazo está flaqueando. ¿Estás cansada?
—No, estoy bien.
La alabarda de Riku se dirigió al costado del caballo de Toudo. Mientras lanzaba un fuerte grito, sus órganos se salieron de su cuerpo. Y con eso, lentamente comenzó a detenerse. Las luces de los ojos del caballo, poco a poco se fueron desvaneciendo. Hasta que el caballo dejara de respirar y se desplomara, era solo cuestión de tiempo. Tras eso, solo tendría que aprovechar el momento en que Toudo cayera del caballo.
—Ya veo, apuntabas a mi movilidad desde el principio.
Toudo dirigió una mirada funesta a Riku. Pero eso era todo lo que podía hacer. Y así, la situación del combate empezó a inclinarse hacia el lado de Riku. Pero Toudo aún se mantenía calmado de alguna manera. Quizás sea debido a su experiencia tras muchas guerras.
—Pero, ya sabes, este es mi más querido caballo. ¡No hay manera de que muera en un lugar como este!
Tras reprender a Riku, la luz regreso a los ojos del caballo.
Poniendo fuerza una vez más en sus patas, recobró la velocidad. Parecía que se había vuelto más rápido que antes. No es que sus heridas se hubieran curado. Es más, una gran cantidad de sangre desbordaba desde sus heridas.
Estando fuera de su personaje, Riku abrió los ojos sorprendida ante esta escena.
—¿No lo sabías? Los buenos caballos siempre responderán ante las demandas de su jinete… Aunque tengan que dar su vida por ello si es necesario.
A coste de su propia vida, respondería a los deseos de su dueño.
Con estas palabras, Riku acabo teniendo una abertura en su defensa. Toudo no era un viejo general que dejaría escapar esta oportunidad.
—Es el fin, traidora.
La lanza de Toudo se clavó en el caballo de Riku. Tras chillar, el caballo se inclinó hacia adelante con sus dos patas. Riku sintió que comenzó a caer de su caballo. Por suerte, como Toudo no fue capaz de hacerle una herida al caballo, este recuperó su postura y siguió corriendo. Pero… Lo que podía vendría después de eso no se sabía.
Si acababa cayendo de su caballo ella no sería capaz de ganar. Riku chasqueó su lengua.
—… Que se le va a hacer.
Riku había hecho su resolución.
Lanzando lejos la espada que cargaba con su mano izquierda, sostuvo la alabarda con ambas manos. Su preciado trofeo de guerra aún estaba ensartado en la espada, pero podría ir a recogerla más tarde. En ese lugar, solo se encontraban Toudo y ella, no necesitaba preocuparse sobre alguien robándole su premio. Con eso, fue capaz de calmarse.
—Ahora muere Toudo. Grita como un cerdo.
Con ambas manos, Riku balanceaba su alabarda. Toudo preparó su lanza para defenderse del arma que había incrementado su velocidad. Pero esta vez, la tranquilidad se desvaneció de su rostro. Debido a su muy poderoso ataque, Toudo no pudo bloquearlo bien. Recibiendo el golpe, su brazo hizo un sonido muy familiar. Era suficiente como para hacer pensar que los ataques de antes habían sido solo una broma.
—¡Gghhnn!
—No, así no está bien.
Cuanto más balanceaba su alabarda, más pesado sería el siguiente ataque. Toudo desesperadamente intentó contraatacar. Pero, en contraste de Riku que recuperaba su aliento, Toudo comenzaba a quedarse sin aliento. En ese momento, Toudo comenzó una técnica de prohibición demoniaca.
—Muere obedientemente como el error que eres de una vez.
El tiempo casi se ha detenido para él. El experimentado general Toudo ha activado su técnica en un mal momento.
La descendiente alabarda, mientras hacía un bizarro sonido, cayó sobre la cabeza de Toudo. No había sido capaz de competir con tal velocidad y fuerza. Con su lanza siendo cortada en dos, si cabeza si casco fue desmembrada de su torso. Y ahora el general se encontraba hermosamente dividido en dos. Toudo Barusak cayó de su caballo.
—Incluso si estaba intentando acorralarlo como lo hizo conmigo… Creo que subestimé mi habilidad.
Bajándose de su caballo, Riku tomó la mitad de la cabeza de Toudo. Esto era algo desagradable, pero pensándolo bien, podría probar que había derrotado al veterano general. Quitando la cabeza clavada en la espada, clavó la cabeza de Toudo. Agarrando el pelo de Selestinna, calmadamente se dirigió a su caballo, pero este ya había alcanzado su límite.
—Ya veo, este chico ha muerto.
El caballo había muerto manteniéndose erguido. Aunque seguía sangrando, permanecía inmóvil de esta forma. A primera vista parecía estar vivo, pero ya no respiraba. Mientras acariciaba gentilmente la cabeza del caballo, suspiró. No podía usar el caballo de Toudo. Pensando que tendría que volver a la fortaleza a pie, se deprimió un poco, pero sin ser capaz de pensar otra cosa, no había más remedio que volver caminando. Y en el momento en que se encaminaba en dirección a la fortaleza.
—¡¡Finalmente te encuentro, Primer Teniente Riku Barusak!!
Desde la dirección de la fortaleza, vio a alguien acercándose.
Era el Sargento Mayor Roppu Nezaarand. Con sus largas orejas de conejo moviéndose con el viento, vino en su caballo.
—¿Cuál es el problema, Sargento Mayor Roppu Nezaarand?
—Ya que tardabas demasiado, el Teniente General Gortoberuk me dijo que te llevara de vuelta… ¿¡No es esa Selestinna Bistolru y Toudo de los Barusak!? ¿Has sido capaz de derrotarlos?
Roppu inmediatamente se sorprendió, y con sorpresa miraba ambas cabezas sucesivamente.
—Eso es cierto. Pero, para mi acaba aquí. Estoy cansada, y mi caballo es inútil.
—Ah, si eso es así, por favor usa este caballo. Incluso a pié puedo moverme bien.
Bajando del caballo, le dejo su sitio a Riku.
Montando a caballo, dirigió su mirada una vez más al cuerpo muerto de Toudo. Una vez más, comenzó a pensar en cómo ella misma llevaba el nombre Barusak, pero como era de esperar, no sintió nada.
—Primer Teniente, volvamos rápido. Tarde o temprano, los espiritistas vendrán a buscar a Toudo.
—… Tienes razón. Volvamos a la fortaleza.
Riku dirigió su caballo a la fortaleza.
Y la chica bañada en rojo, con su pelo del mismo color mientras era ondeado por el viento, desapareció en la oscuridad de la noche.
Con eso, la batalla del Castillo Myuuz termino con ambos bandos teniendo grandes pérdidas.
La causa principal de la derrota en el lado de los demonios, fue el fallido ataque nocturno.
Y más con los refuerzos que deberían haber llegado del castillo siendo brutalmente interceptados sin tener una oportunidad de responder al ataque, el Mayor Oficial fue eliminado. Como resultado, el castillo de Gortoberuk fue quemado y el segundo al mando había muerto también. El propio Gortoberuk había perdido su mano dominante y su enorme espada , además, el tercer ejército se había hecho pedazos.
Pero no sólo había cosas malas. Porque la Primer Teniente Riku Barusak reconquistó la fortaleza, los espiritistas habían sido encerrados en el Castillo de Myuuz. Los ganadores de la batalla fueron los espiritistas, pero quedaron desolados. Las montañas alrededor de Myuuz no eran un lugar donde los humanos pudieran ir sin guía.
Además, habían perdido dos excepcionales comandantes. Por encima de todo, uno era la Jefa de familia y el otro un General veterano que servía a la otra familia.
Si solo se ve s el hecho de que los espiritistas habían capturaron el Castillo Myuuz, se podría decir que era su victoria.
Pero si se tomaba en cuenta del cómo habían perdido a dos excepcionales comandantes y además estaban atrapados en el Castillo de Myuuz, era la victoria de los demonios.
Después de esto, cuando ambos ejércitos se enfrentaran de nuevo… ¿Qué podría pasar?
Eso, nadie lo podía saber.
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